Existen maestros cuyas enseñanzas trascienden el aula y dejan una huella imborrable en el corazón de sus alumnos, al igual que valiosas lecciones de vida que, con el tiempo, son recompensadas. Este fue el caso de José Villarruel, quien dedicó la mayor parte de su vida a ser maestro sustituto.
Villarruel tuvo que abandonar su labor cuando las escuelas implementaron la educación en línea debido a la pandemia por covid-19. En la actualidad, se encuentra pensionado, pero sus ingresos no son suficientes para subsistir, lo que lo llevó a vivir en su propio automóvil. Afortunadamente, uno de sus exalumnos se dio cuenta de su situación y le ofreció ayuda de manera sorprendente.
La resiliencia como su mejor aliada
Villarruel cumplió 77 años justo cuando el sistema educativo que conocía cambió drásticamente. Ahora, la enseñanza se realiza a distancia, a través de plataformas digitales que él no domina, lo que lo llevó a retirarse.
Recibió un cheque como finiquito por sus años de servicio, pero el monto fue insuficiente para cubrir sus gastos. Esto lo obligó a vivir en su automóvil, donde solo lleva algunas prendas de ropa, artículos de higiene personal y unas cuantas mantas.
“Mi cuerpo se ha adaptado a todos los golpes y cosas desde el asiento. Me sirve de transporte, de comedor y de dormitorio”.
El cariño de sus exalumnos perdura
Steve Nava, un exalumno de Villarruel, lo encontró en su auto y recordó cuánto lo había apoyado durante su etapa escolar. Conmovido por sus memorias, se acercó a saludarlo y descubrió la difícil situación que estaba viviendo. En ese momento, lo único que pudo hacer fue contener las lágrimas y entregarle 300 dólares.
No obstante, Nava sabía que esa cantidad no era suficiente y decidió actuar de manera más amplia. Días después, creó una cuenta en GoFundMe para recaudar fondos y compartió un video sobre la historia de su exmaestro, logrando más de dos millones de reproducciones.
La historia llegó hasta la alcaldesa de Fontana, Acquanetta Warren, quien ofreció apoyo y, junto con otros exalumnos, sorprendieron a Villarruel con regalos y un cheque por 27 mil dólares. Él no pudo contener las lágrimas y agradeció a sus exalumnos por tan noble gesto. Su historia es un recordatorio de que lo bueno que damos al mundo eventualmente regresa a nosotros. ¡Deseamos más historias como esta!
