Como si fuera una película, Barry Farmer tenía 30 años cuando ya había formado una familia con tres hijos que estaban a punto de entrar en la pubertad. No es que él hubiera sido padre a una edad temprana, sino que adoptó a cada uno de los niños.
Su historia inspira a otros a crear familias felices y a ofrecer una segunda oportunidad a quienes más lo necesitan. Además, demuestra que la familia no siempre se basa en un lazo de sangre, sino en un hilo rojo que conecta los corazones.
A los 21 años, Barry obtuvo su licencia para formar parte del sistema de adopción de Estados Unidos, sirviendo como hogar temporal para niños que aún no han sido adoptados. Jaxon fue el primero que recibió. El pequeño se ganó su corazón, y él decidió adoptarlo de manera definitiva.
Desde el primer día, Jaxon llamó a Barry «papá», y aunque él no sabía cómo reaccionar, poco a poco fue asimilando la situación.
No sabía cómo responder a ello, era muy joven en ese momento. Solo dije: ‘OK, creo que haremos esto. Supongo que este es el papel que debo desempeñar ahora’. Sabiendo que la adopción es algo definitivo, eso significa que finalmente soy su padre. Él me aceptó como tal, y esos momentos son inolvidables.
Cuatro años después de la llegada de Jaxon, Xavier y Jeremiah se unieron a la familia. Barry adoptó a niños a una edad temprana debido a que él también vivió en hogares de acogida, aunque no tuvo la suerte de encontrar una familia definitiva.
Decidió adoptar a jóvenes en edad adolescente porque son los más rechazados dentro del sistema de adopción. Hoy en día, tiene una familia feliz, construida sobre el deseo, el amor y el respeto.
Me miro al espejo con frecuencia y si me hubieran dicho hace 10 años que esto sucedería, no lo habría creído. Deseé ser padre, pero no sabía que iba a ser tan pronto.
