El amor de una madre es inmenso; hace todo lo posible para ver a sus hijos sanos y felices, cumpliendo con sus metas y sueños. Es quien nos consuela de la manera más dulce tras haber enfrentado una gran batalla, experta en ofrecer abrazos y besos que sanan incluso el alma.
Y es que, independientemente de nuestra edad, para ellas siempre seremos sus pequeños bebés. Aunque sepan que somos independientes, anhelan acompañarnos en cada paso, manteniéndonos seguras y alejadas del peligro. Sin embargo, a veces eso no es posible, como le ocurrió a Yi Jiefang, una mujer que experimentó la pérdida de su hijo.
Una pérdida inmensa e irreparable
En el año 2000, Yi recibió la devastadora noticia del fallecimiento de su hijo Yang Ruizhe tras un accidente de automóvil. El joven estaba en la universidad y tenía sueños y metas que quedaron truncos tras su muerte.
La noticia desbarató a su madre, pero comprendió que a su hijo no le gustaría verla triste. Por lo tanto, decidió vivir su duelo de una forma completamente diferente y única.
Yang tenía un sueño que podía hacerse realidad
Con el paso de las semanas, Jiefang recordó uno de los más grandes sueños de su hijo: reforestar una gran parte de la Región Autónoma de Mongolia Interior, ubicada en el norte de China.
“Después de graduarme de la universidad, quiero volver a casa y plantar árboles, ¡todo un bosque!”
—Yang Ruizhe, hijo de Yi Jiefang
Este sueño nació del hecho de que desde 1990 el mundo ha sufrido una pérdida de 121 millones de hectáreas de áreas forestales, y el joven deseaba contribuir a la vida del planeta.
Puso manos a la obra y logró algo maravilloso
Ahora, a sus 67 años, Yi ha plantado más de 2 millones de árboles en una región que anteriormente era desierto. Aunque ha sido un trabajo arduo, en doce años su esfuerzo ha dado frutos; sabe que en ese bosque puede encontrar una parte de la esencia de su hijo.
Ha sido un camino lleno de desafíos y también ha requerido una inversión considerable, pero tras la muerte de Yang, Yi se dio cuenta de que nada de lo que tenemos en vida nos acompañará al partir. Por lo tanto, decidió vender todo lo que no fuese esencial para vivir y utilizar esos recursos para seguir plantando más árboles. Su meta ahora se expande, ya que ha decidido reverdecer más de ocho kilómetros cuadrados en el área de Alxa, en la provincia de Mongolia Interior.
“No podemos llevarnos un centavo cuando dejamos este mundo. Pero si usamos dinero para plantar árboles, ellos permanecerán en el mundo para siempre.”
—Yi Jiefang
La reforestación ha sido un proceso terapéutico para ella, ayudándole a sobrellevar la pérdida de su hijo. Cree firmemente que es una forma en que otras personas pueden sanar gradualmente tras perder a un ser querido.