Aunque la negatividad en las redes sociales puede ser abrumadora, no debemos permitir que eso nos impida reconocer los aspectos positivos que estas plataformas ofrecen. En esencia, su principal función es ser una herramienta para conectar con otras personas.
De este modo, nuestros mensajes pueden alcanzar a individuos inesperados, lo que a veces puede ser justo lo que necesitamos, como le sucedió a Jadson Fonseca Ruiz, un niño que padece cirrosis hepática.
Un severo padecimiento
Jadson tiene solo tres años y nació con cirrosis hepática. Esta enfermedad ha dañado su hígado progresivamente, dejando su salud en un estado muy delicado. Necesita someterse a cirugías y tratamientos invasivos, pero lo que realmente requería era un trasplante, dado que su hígado ya no podía más.
Encontrar donantes de órganos no es tarea fácil, y la mayoría de las personas deben esperar períodos largos para hallar un donador compatible. Por ello, la madre de Jadson decidió compartir la historia de su hijo en redes sociales, con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera ayudarle.
“Lo sentí en lo más profundo”
Su publicación fue compartida en numerosas ocasiones, generando una red de solidaridad. Finalmente, llegó el milagro esperado. Una mujer llamada Ángela de Paula Barbosa encontró la historia de Jadson y se conmovió tanto que decidió convertirse en la donante. Donó parte de su hígado a un completo desconocido porque sintió que era lo correcto.
Cuando vi su foto, pensé: ‘Esto es lo que debo hacer’. Lo sentí en lo más profundo.
No es una decisión trivial
Ángela estaba totalmente convencida de que tenía que ayudar a Jadson, así que aceptó los riesgos de una cirugía de este tipo para ofrecer al niño una oportunidad de salvar su vida.
Los médicos dejaron claro que había un riesgo de muerte tanto para ella como para el niño. La persona que dona un órgano debe estar completamente segura de su decisión, porque no es una cirugía sencilla; es un trasplante complicado que requiere plena convicción.
“La vida vale más que una cicatriz”
Afortunadamente, el procedimiento fue un éxito. El cuerpo de Jadson aceptó el nuevo órgano sin complicaciones. Aunque el hígado no se regenera y Ángela ahora tiene solo una parte de este, está completamente convencida de que tomó la decisión correcta. Además, ahora tiene una cicatriz que le recordará al niño para siempre.
Es la cicatriz de la vida. Cuando la miro, sé que hay un niño vivo. La estética no importa; la vida vale más que una cicatriz. Jadson es un angelito. Está luchando por vivir, comenzando su camino, tiene que vivir, y estoy segura de que lo hará. Le dije que lo vería con sus nietos y casado, porque ha sufrido mucho.
“No tengo palabras para agradecerle”
El más contento con todo esto es Jadson, pero su madre no se queda atrás. Ella ha expresado su profunda gratitud hacia Ángela, quien le salvó la vida a su hijo, y ha afirmado que ahora es como una segunda madre para Jadson.
Es la madre de mi hijo. Ángela es la segunda madre de Jadson; no tengo palabras para agradecerle.