Suzanne Hoylaerts, una mujer belga de 90 años, falleció por Covid-19 tras renunciar a su respirador artificial para que los jóvenes infectados pudieran recibir atención médica.
Este inspirador acto de generosidad, que le costó la vida, es un ejemplo de bondad desinteresada que ha resonado en todo el mundo, superando las barreras del idioma, pues habla el lenguaje del amor.
Una historia desgarradora
La pandemia de coronavirus ha desbordado los sistemas de salud en los países más afectados, causando una escasez de equipos médicos. Pensando en esto, Suzanne no dudó en ofrecer su respirador cuando fue hospitalizada por neumonía relacionada con el virus.
Su hija Judith compartió con el diario local belga Het Laatste Nieuws las últimas palabras de su madre:
No quiero respiración artificial, guárdenla para los más jóvenes. No llores, hiciste todo lo que pudiste. Ya he tenido una buena vida.
Lamentablemente, sus seres queridos no pudieron despedirse de ella ni celebrar un funeral en su memoria, pero su amor y preocupación por los demás serán recordados eternamente.