En una columna para el New York Times titulada «Las pérdidas que compartimos», Meghan Markle narró que en julio de este año vivió uno de los momentos más difíciles de su vida al perder a su segundo hijo debido a un aborto espontáneo.
La duquesa de Sussex explicó que su día había comenzado normalmente, hasta que de repente, sintió un fuerte calambre que la hizo caer al suelo mientras sostenía a su primogénito, Archie Harrison.
Era consciente de que estaba perdiendo a su segundo hijo
Era una mañana de julio que comenzó tan rutinariamente como cualquier otra: preparar el desayuno, alimentar a los perros, tomar vitaminas, buscar ese calcetín perdido, recoger el crayón rebelde que había caído bajo la mesa, y peinarme en una coleta antes de sacar a mi hijo de la cuna.
Después de cambiarle el pañal, sentí un intenso calambre. Caí al suelo con él en mis brazos, tarareando una canción de cuna para mantenernos ambos tranquilos, la alegre melodía contrastaba con mi sensación de que algo no estaba bien.
Mientras abrazaba a mi primer hijo, sabía que estaba perdiendo al segundo.
Horas después, escribió Meghan, ella y el príncipe Harry se encontraban en el hospital, llorando, tomándose de las manos, tratando de consolarse mutuamente y pensando en cómo sanar esa herida.
Momentos extremadamente difíciles
En su escrito, no solo compartió la noticia del aborto espontáneo, sino que también reflexionó sobre los tiempos difíciles que todos enfrentamos y cómo cada uno está luchando su propia batalla.
‘¿Estás bien?’, me preguntó un reportero. Respondí honestamente sin saber que mi respuesta resonaría con tantas personas, incluyendo a mamás primerizas, experimentadas y a cualquiera que, de alguna manera, haya sufrido en silencio. Mi respuesta pareció darle a las personas una especie de permiso para compartir su propia verdad. Pero lo que más me ayudó no fue la respuesta en sí, sino la pregunta en sí misma.
¿Estamos bien? Este año nos ha llevado a nuestros límites. La pérdida y el dolor nos han tocado a todos en 2020, con momentos tensos y debilitantes.
Compartió su historia para consolar a otros
Para ella y su esposo, perder a su segundo hijo les generó una tristeza abrumadora, pero, aunque su dolor es profundamente personal, saben que no están solos, ya que muchas familias en el mundo han experimentado el mismo sentimiento, a pesar de que son pocos los que eligen hablar de ello.
Mi esposo y yo descubrimos que en un grupo de 100 mujeres, de 10 a 20 habrán sufrido un aborto. No obstante, la conversación sigue siendo un tabú, llena de una vergüenza injustificada que perpetúa un ciclo de duelo silencioso.
Algunas han compartido valientemente sus historias, abriendo esa puerta sabiendo que si una persona dice su verdad, le da a las demás el permiso de hacer lo mismo.
Para ella, fue esencial escribir sobre su experiencia para demostrar que nadie debería atravesar momentos difíciles en soledad.