La reciente película de suspenso «Mudanza Mortal», que ha cosechado un gran éxito en Netflix, comienza con un texto que afirma que la historia está inspirada en hechos reales. Aunque la trama se distancia significativamente del caso real, hay numerosos elementos que resultan verdaderamente inquietantes.
«Mudanza Mortal» sigue la historia de Natalie y Kevin Dadich, una pareja que decide trasladarse a una nueva casa para intentar reiniciar sus vidas y salvar su matrimonio en crisis. Sin embargo, a medida que avanza la historia, su nuevo hogar comienza a revelar secretos inquietantes y sueños de un hombre que los vigila desde los pasillos.
A medida que la trama avanza, descubrimos que hay alguien más habitando el sótano de la casa, buscando la manera de expulsarlos y acabar con ellos. Sin embargo, el caso real detrás de esta película ocurrió en 2011 y es mucho más aterrador.
Una joven pareja, Jerry Rice y Janice Ruhter, compró una casa en San Diego, California, luego de ganar una subasta contra otra mujer, Kathy Rowe. Cuando Rice y Ruhter se hicieron con la propiedad, Rowe puso en marcha un horrendo plan de venganza.
En primer lugar, Rowe ordenó miles de dólares en suscripciones a la casa de la pareja, luego canceló su servicio de correo y envió cartas de San Valentín en nombre de Rice a otras mujeres. Pero lo peor llegó cuando Rowe publicó anuncios en línea ofreciendo servicios sexuales usando la imagen y la identidad de Ruhter.
El odio de Rowe era tan extremo que, haciéndose pasar por Ruhter, empezó a coordinar citas en línea con diferentes hombres, diciéndoles que una de sus más grandes fantasías era ser abusada sexualmente en la casa que compartía con su esposo mientras este estaba en el trabajo.
Afortunadamente, las macabras intenciones de Rowe fueron descubiertas por la pareja antes de que alguno de ellos se viera en peligro. A pesar de ello, las cartas, el correo alterado y los mensajes representaron parte del terror emocional y psicológico que Rowe les impuso a ambos.
En 2015, Rowe fue condenada por su acoso hacia la pareja, recibiendo una sentencia de un año de supervisión electrónica y cinco años de libertad condicional. Durante el juicio, Rowe ofreció una disculpa pública, expresando su arrepentimiento por el daño causado.
