En la red circulan muchas historias sorprendentes, pero ninguna tan asombrosa como la de Thomas Brown, quien en ese momento contaba con 56 años. Él asegura que el 29 de octubre de 2009 quedó varado en el Triángulo de las Bermudas, donde sobrevivió durante siete años enfrentándose a un sinfín de peligros y adversidades.
Su relato es tan singular y sorprendente que incluso las autoridades de Florida, Estados Unidos, inicialmente se mostraron escépticas. Sin embargo, tras el testimonio de su esposa y amigos sobre ciertos eventos, su historia fue corroborada. Ahora, su vivencia podría contribuir a esclarecer los mitos en torno al Triángulo de las Bermudas.
Thomas había dedicado 30 años a la construcción de piscinas, y el día que recibiría un reconocimiento por su trabajo decidió salir a dar un paseo en lancha. Su esposa, Martha, le sugirió aplazarlo para otro día, pero él se negó y se despidió con un beso en la mejilla, sin imaginar que no volvería a verla hasta pasados siete años.
Estuvo desaparecido tanto tiempo que las autoridades concluyeron su búsqueda. Sin embargo, el 25 de agosto de 2016, Martha recibió una llamada de la policía indicándole que debía presentarse con urgencia para tratar un asunto relacionado con la desaparición de su esposo. Al llegar a la estación de policía, se encontró con el amor de su vida, y su reencuentro estuvo colmado de emociones, lágrimas y alegría.
Thomas explica que salió a dar un paseo en su bote, pero tras meditar durante varias horas, intentó regresar a casa y se dio cuenta de que el motor de su embarcación ya no arrancaba. Aceptando la situación, pasó la noche en el mar con la esperanza de ser visto, pero el oleaje llevó su barco hasta el Triángulo de las Bermudas.
Su embarcación encalló en una isla cubierta de plantas, arena y un extraño musgo rojo que nunca había visto. Se estremeció al notar que había más barcos, un avión y un simio, pero no había ninguna persona a la vista. Mantuvo la calma y esperó ayuda, pero esta nunca llegó. Entonces, buscó comida, logró obtener agua e improvisó un refugio.
Con el tiempo, fabricó unas velas para su bote y un par de remos, y así comenzó su viaje de regreso. Al llegar la noche, dejó los remos y se dispuso a descansar. A la mañana siguiente, su bote había encallado nuevamente en Florida, donde recibió la ayuda necesaria, dejando al mundo asombrado con su increíble historia.
