Te hemos ofrecido numerosas sugerencias sobre rutinas de cuidado de la piel, mascarillas y productos limpiadores faciales, pero aún no hemos abordado lo más esencial: conocer tu tipo de piel.
Entender la naturaleza de tu piel te permite identificar con mayor facilidad los problemas a los que podría enfrentarse. Además, facilita que tu cutis luzca radiante y joven.
Identifica tu tipo de piel
El primer paso es determinar qué tipo de cutis tienes. Reconocemos que no todas las pieles son iguales o reaccionan de la misma forma a los productos, y para asistirte, te presentamos las características más comunes de cada tipo.
Piel normal
Es, básicamente, la más sencilla de cuidar, ya que raramente presenta imperfecciones.
Piel sensible
Suele reaccionar de forma inmediata y drástica a cambios bruscos de temperatura y ciertos productos. Además, se irrita con facilidad y presenta rojeces y picor en algunas áreas.
Piel seca
Es el tipo de piel más propenso a manchas y arrugas prematuras. Sin embargo, tiene la ventaja de contar con poros muy cerrados, lo que implica que la hidratación debe ser más intensa y constante.
Piel grasa
A diferencia de la piel seca, este tipo de cutis posee poros muy abiertos y es común tener imperfecciones. La producción de sebo suele ser excesiva en la zona T del rostro (frente, mentón y nariz), por lo que si tienes granitos o puntos negros, probablemente este sea tu tipo de piel.
Piel mixta
Es considerada la piel más problemática, ya que requiere un trato delicado. Puedes experimentar sequedad, grasa y sensibilidad en diferentes áreas del rostro, pero afortunadamente existen productos específicos para abordar cada uno de estos problemas.
Aprende a cuidarla y ámala
Una vez que identifiques tu tipo de cutis, es fundamental que aprendas a cuidarlo y, sobre todo, que lo aprecies. Aunque al principio te cueste encontrar los productos adecuados, tu rostro te lo agradecerá.
Piel normal
Solo necesitas limpiarla por la mañana y por la noche. Usa los productos indicados para este tipo de cutis y puedes exfoliarla sin inconvenientes.
Piel sensible
Si piensas que las rojeces y la dermatitis son inevitables, solo debes optar por productos sin alcohol ni conservantes, que sean suaves con tu piel y eviten la aparición de irritaciones. Lava tu rostro con agua fría o tibia, no lo seques con una toalla y, lo más importante, hidrátala al menos dos veces al día.
Piel seca
Para combatir la sequedad, es recomendable hidratar tu rostro con una crema que penetre hasta las capas más profundas de la piel. Al limpiarla, elige leches limpiadoras con pH neutro, ácidos grasos y vitaminas.
Piel grasa
Si tienes este tipo de cutis, tu rutina de cuidado de la piel es clave. Utiliza productos a base de agua, evita los aceites y prefiera texturas en gel. No elijas productos demasiado alcalinos y asegúrate de limpiar bien tu rostro para que los poros no se obstruyan y las impurezas se eliminen.
Piel mixta
Este tipo de piel requiere más atención. Debes limpiarla dos veces al día para eliminar la grasa y las partículas contaminantes. Tus mejores aliados serán los productos en gel y los tónicos faciales. Evita usar cremas a base de aceite, especialmente en la zona T.