La pandemia por covid-19 trajo consigo una inestabilidad económica sin precedentes. Algunos perdieron sus inversiones, otros, sus ahorros, y muchos más, sus empleos. Este es el caso de una chica originaria de Brasil, quien pasó meses buscando un nuevo trabajo para salir adelante.
Su situación se volvió tan insostenible que, el día que consiguió una entrevista, no pudo subir al autobús para llegar, pues su tarjeta estaba completamente sin crédito. En ese instante, se sintió abrumada por el llanto y la frustración. Don Joemir, el chofer del autobús, notó que algo estaba mal y decidió llevarla sin cobrarle el pasaje, a pesar de que eso podría acarrearle problemas con los otros pasajeros.
Don Joemir se acercó a la joven y le preguntó qué sucedía. Ella le narró su situación y él la ayudó de inmediato. Fue tan bondadoso que le deseó buena suerte, le aconsejó que diera su máximo esfuerzo para conseguir el trabajo, y le prestó algunas monedas para su regreso a casa. Afortunadamente, consiguió el empleo, y unos días después compartió su historia en las redes sociales.
Llevaba cuatro meses sin empleo. Envié un currículum vitae por correo electrónico, pero cuando fui a las tiendas, me respondieron: ‘No aceptamos currículums’. El martes por la mañana recibí una llamada para una entrevista.
Cuando subí al autobús para ir a la entrevista, la máquina expendedora de boletos indicó que la tarjeta estaba dañada. Entré en desesperación y me bajé del autobús sin saber que el Sr. Joemir (el conductor) me observaba desde la distancia.
Esperó a que subieran todos los pasajeros y luego me preguntó qué había pasado. Le expliqué que mi tarjeta no funcionaba y que iba a una entrevista, y al abrir mi billetera me di cuenta de que no tenía nada. El Sr. Joemir me tranquilizó y preguntó cómo volvería, dado que no tenía dinero en efectivo. Le respondí: ‘Lo importante es asistir, lo resolveré en el camino de regreso’.
El Sr. Joemir abrió su billetera y me brindó dinero para el pasaje de regreso. No supe cómo agradecerle; en ese instante sólo pude llorar sentada en el asiento del autobús. Hoy tuve la suerte de volver a encontrarlo y le conté que conseguí el trabajo. ¡Le agradecí enormemente! La lección de todo esto es que Dios siempre envía ángeles para ayudar a los suyos, y el Sr. Joemir es un ángel sin alas.
Historias como esta nos devuelven la fe en la humanidad. ¡Necesitamos más personas así!