Al igual que en la película *The Notebook*, la historia de amor entre Helen Marshall y Graeme Richardson ha perdurado a lo largo de los años. Se conocieron como adolescentes y, tras vivir un intenso romance, el destino los separó para que cada uno tomara su propio camino.
Después de muchos años, el reencuentro los llevó a darse cuenta de que estaban destinados el uno para el otro. Tras 22 años separados, decidieron casarse a pesar de las críticas y las adversidades. Su amor, ahora, será eterno.
Nadie los quería juntos
Helen y Graeme eran adolescentes cuando se conocieron, y vivieron un romance apasionado. En solo nueve citas, comprendieron que deseaban estar juntos para siempre. Graeme, a los 16 años, comenzó a trabajar los fines de semana para poder comprar un anillo y sorprender a su amada. Aunque sus familias consideraban que eran demasiado jóvenes, eso no impidió que la pareja siguiera adelante.
Sin embargo, la propuesta de matrimonio se dilató unos meses, ya que él se marchó a la universidad y Helen decidió «esperarlo». Ella le envió numerosas cartas a su amado y cada día contemplaba el anillo, pero lamentablemente, las cartas nunca llegaron a su destino. Después de meses de silencio, decidió guardar el anillo en una caja.
Con el tiempo, ambos tomaron caminos distintos: Helen se casó y tuvo cuatro hijos, mientras que Graeme también tuvo dos hijos y estuvo casado durante 17 años.
Su reencuentro llegó después de 22 años
De acuerdo con la información del sitio Daily Star, tras separarse de sus respectivas parejas, como si se tratara de un cuento de hadas, Helen y Graeme se reencontraron, habiendo transcurrido 22 años desde aquella propuesta de matrimonio.
Reanudaron su relación y comenzaron a hablar sobre sus vidas. Sin que lo esperaran, volvieron a retomar su romance donde lo habían dejado. Él le propuso matrimonio de nuevo, usando el mismo anillo que Helen había guardado durante todo este tiempo, pero esta vez, la propuesta ocurrió durante unas vacaciones en la playa.
Ya están en casa, juntos y felices
“Nos sentimos muy felices ahora. Vivimos en la granja familiar donde crecimos. Somos la otra mitad el uno del otro. Me siento como en casa, como si estuviera completa. Él es mi alma gemela y yo soy la suya.”
“Helen es la otra mitad de mí. Simplemente siento que este es el final correcto. Mis amigos nunca me han visto tan feliz como ahora y todos están maravillados.”
La ceremonia de bodas fue privada, solo estuvieron presentes los padres de Helen, y el banquete consistió en hamburguesas y champán, una combinación inusual, pero perfecta para ellos.
Finalmente, ambos son felices, sintiendo que su vida está completamente llena y que esta vez, sí será para siempre.
