Tras su exitoso debut, El juego del calamar sigue generando interés, no solo por su historia, sino también por su impresionante elenco compuesto por actores surcoreanos, hindús y mexicanos. Así es, hay una actriz originaria de México en el reparto: Carla Fernanda Ávila.
La joven mexicana tuvo un breve pero significativo cameo en la serie, que ha elevado su popularidad en redes sociales, destacando el nombre de su país y su talento innato.
¿Quién es Carla Fernanda?
Carla, de 28 años, nació en Guadalajara, México. Inicialmente estudió Ingeniería en Finanzas y viajó a Corea del Sur con el objetivo de cursar una segunda licenciatura, pero el destino la llevó a descubrir su vocación como modelo y actriz.
Al llegar a Corea del Sur, Carla dedicó nueve meses a estudiar hangul (coreano). Luego, tuvo la oportunidad de participar en un casting y trabajar como extra en un k-drama, experiencia que aprovechó y le brindó resultados positivos. Hasta ahora ha participado en El juego del calamar, The Beauty Inside y Record of Youth, así como en la película Barrenderos espaciales. También ha trabajado como modelo para diversas marcas de cosméticos, ropa y alimentos. En Instagram cuenta con más de 34 mil seguidores.
Está orgullosa de su trabajo
Carla reveló que fue rechazada en su primer casting para El juego del calamar, pero no se rindió y lo intentó de nuevo, logrando un pequeño papel como estatua viviente mientras los miembros VIP observan los juegos finales desde una sala especial. Sobre su experiencia, la mexicana comentó para una revista:
“Para ser honesta, casi no compartí mi aparición en la serie de Netflix, Squid Game. Pero algunos amigos me reconocieron y me enviaron mensajes de texto al respecto. Después de reflexionar un poco, decidí compartirlo.”
“La razón por la cual no quería compartirlo es porque me sentía un poco tímida, al estar completamente ‘expuesta’ y porque tuve una mala experiencia con la agencia de casting que me contrató. A fin de cuentas, centrémonos en el lado positivo de esta experiencia.”
“Era la primera vez que hacía un trabajo de bodypainting. Les llevó varias horas realizar la pintura completa. Especialmente el primer día, el encargado tardó casi toda la mañana en pintarnos, y ¡ir al baño fue realmente difícil! Además, tenía que quedarme inmóvil y moverme lo menos posible porque la pintura se caía. A pesar de todo, fue una gran experiencia y definitivamente consideraría repetirlo.”