Sudán ha iniciado una nueva etapa en la protección de los derechos de sus niñas y mujeres al prohibir la mutilación genital femenina o ablación, alineándose con países como Gambia.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente el 87% de las mujeres y niñas en Sudán, desde recién nacidas hasta los 49 años, han sido sometidas a la amputación de sus órganos sexuales, lo que ha causado graves secuelas en su salud, que van desde intensos dolores hasta la muerte.
Un avance hacia la defensa de los derechos
El gobierno sudanés ha aprobado una enmienda en su Código Penal para sancionar a quienes lleven a cabo esta práctica atroz. Médicos, parteras y familiares enfrentarán penas de hasta tres años de prisión y multas.
África no puede avanzar sin cuidar de sus mujeres y niñas. Esta ley las protegerá de esta práctica inhumana, permitirá que vivan con dignidad y ayudará a las madres que no desean mutilar a sus hijas a expresar su rechazo con libertad.
—Salma Ismaili, portavoz del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Jartum, Sudán
Una tradición dolorosa e innecesaria
La mutilación genital femenina consiste en la extirpación total o parcial del clítoris y de los labios menores y mayores, realizando incisiones con cuchillas o navajas normalmente sin anestesia, para luego suturar la piel, permitiendo solo el flujo menstrual y la orina. Todo esto se lleva a cabo por razones culturales y religiosas, con el propósito de controlar la sexualidad de las mujeres.
A pesar de ser considerada una violación de los derechos humanos por organismos como la OMS y UNICEF, esta práctica sigue siendo común en muchos países de África, Asia y Oriente Medio.
La ablación conlleva graves problemas de salud
Esta práctica carece de cualquier fundamento médico y, al contrario, presenta un alto riesgo de provocar serios problemas de salud, tales como infecciones uterinas y urinarias, quistes, cáncer, complicaciones en el parto, mortalidad neonatal, relaciones sexuales dolorosas, septicemia, anemia, incontinencia urinaria, un mayor riesgo de contraer VIH-Sida, secuelas psicológicas e incluso la muerte.