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Nuestro estimado Andrés, que nos visita cada mes, no siempre es el más esperado. Muchas de nosotras padecemos cólicos intensos, aparecen algunos granitos, y ni hablemos del SPM; ¡en fin! A veces quisiéramos que simplemente no venga.
Sin embargo, cuando no aparece y hay motivos para inquietarse, tras haber tenido relaciones íntimas y dudando de la efectividad del método anticonceptivo, deseamos con ansias que sea puntual. Así que cuando notas algunos días de retraso, tu mente comienza a jugarte malas pasadas.
1. Verificas cuándo debió llegar
Intentas mantener la calma y piensas que solo se trata de un pequeño retraso. Así que revisas tu calendario para verificar el día en que debió llegar, y, ¡oh, sorpresa! Casi ha pasado una semana desde entonces.
2. Analizas lo que pudo haber salido mal
Respiras hondo, pero en el fondo tu mente no para de analizar qué pudo haber fallado. Te preguntas por qué, si se usaron anticonceptivos, y te respondes que “ninguno es 100% eficaz”, convencida de que eres parte del 2% de fracaso.
3. Se lo cuentas a tu mejor amiga
Casi al borde de las lágrimas y la ansiedad, llamas a tu mejor amiga para explicarle la situación. Aunque ella intenta calmarte y sugiere que el estrés puede ser la causa, tú le dices que ya casi puedes sentir cómo da pataditas.
4. Tus redes sociales se inundan de bebés
Parece que el universo conspira en tu contra, ya que en tu feed de redes sociales, Facebook, Instagram, así como en sugerencias de compras y videos de YouTube, todo lo que aparece son ahora temas sobre bebés y sus cuidados.
5. Las embarazadas parecen multiplicarse
Decidida a no torturarte más, dejas tu celular a un lado y decides salir a caminar, pero, ¡sorpresa! Parece que hoy todas las mujeres embarazadas decidieron hacer lo mismo, porque están por todas partes.
6. Piensas en si tenerlo o no
A pesar de que aún no hay claridad, tu mente no cesa de repetirse si estás lista para ser madre y si deberías tenerlo o no. La verdad es que no sabes qué responder… Pero en tu cabeza ya hay imágenes de bebés, biberones, pañales y sonajas.
7. Investigas precios de pruebas de embarazo
Luego de un par de horas sin cólicos, decides regresar a revisar tu celular y buscas el costo de las pruebas de embarazo y qué eficacia tienen las distintas marcas. Debes aclarar tus dudas de inmediato.
8. Calculas si ocurrió en tus días fértiles
Vuelves a revisar tu calendario, ahora para determinar si ocurrió en tus días fértiles, convencida de que tienes tan mala suerte que así fue, y empiezas a imaginar más escenarios.
9. Vas al baño esperando ver el Mar Rojo
Cada vez que sientes ganas de ir al baño, anhelas ver el Mar Rojo, pero eso solo se convierte en una decepción, ya que no aparece por ningún lado. Jamás pensaste que lo extrañarías tanto.
10. Google se convierte en tu mejor amigo
Después de inhalar profundamente unas 50 veces, comienzas a buscar en internet todo sobre el retraso menstrual, lo cual solo te pone más nerviosa, ya que tu lado hipocondríaco no solo piensa en un embarazo, sino en enfermedades mortales.
11. Pides a Diosito con todas tus fuerzas
Decides que lo mejor es encender una vela y organizar una cadena de oración para que Diosito te escuche y tu periodo llegue de inmediato, pero parece que hoy no está atendiendo peticiones.
12. Te resignas y piensas en si será niña o niño
Poco después, comienzas a calmarte y a aceptar la situación, así que reflexionas sobre si sería mejor un niño o una niña, y qué nombre sería el más adecuado. Hasta te das un paseo por Amazon buscando cunas y ropita.
13. Te invaden las lágrimas
Aunque esa tranquilidad te dura poco, ya que recuerdas que aún no terminas la universidad, no has viajado por el mundo, no tienes tu propio carro ni tu casa, y entonces las lágrimas y la desesperación regresan.
14. Sientes que te baja, pero es solo tu imaginación
Sientes que por fin tus ruegos han sido escuchados, ya que sientes ese bajón tan característico del periodo. Cantas victoria, pero lamentablemente no era eso, así que regresas llorando aún más a tu habitación, convencida de que tu vida se ha desmoronado.
15. Y finalmente… ¡te baja!
Después de llorar hasta quedarte dormida, comienzas a sentir esos molestos cólicos que suelen acompañar tu periodo. Lejos de recordar el drama y las emociones que viviste ese día, te diriges al baño, y ¡al fin te ha bajado!