Tras un extenso periodo en casa, tomando todas las precauciones y cuidando de nuestros seres queridos, las ciudades alrededor del mundo han comenzado a adaptarse a lo que se denomina ‘la nueva normalidad’, una experiencia que resulta distinta para muchas personas.
A pesar de que varios negocios han reanudado sus actividades, otros sectores aún esperan el momento de reabrir sus puertas. Esto ha llevado a muchas personas a buscar formas de salir adelante, y en ocasiones, son los mismos niños quienes desean ayudar a sus padres, como es el caso de I’sis.
El inicio de una aventura con una vieja camioneta
En el mes de enero, I’sis y su padre Tyrone decidieron salir a pasear. Durante su trayecto, avistaron una vieja camioneta cubierta de polvo, pero algo les impulsó a llevarla a casa, y eso fue precisamente lo que hicieron.
Al principio no sabían cómo podrían utilizarla, pero luego decidieron pintarla y decorarla para que I’sis pudiera hacer uso de ella. Con el inicio de la cuarentena, el proyecto comenzó a tomar forma, y optaron por convertirla en una dulcería móvil que recorrería el vecindario.
La razón detrás de la dulcería
En junio, los negocios en Míchigan comenzaron a reactivarse, pero I’sis notó un detalle: no había venta de dulces, y hacer una compra en el supermercado solo para conseguir una barra de chocolate o algunas golosinas era un inconveniente.
I’sis comprendía que los niños como ella deseaban dulces, y dado que las dulcerías o tiendas cercanas permanecían cerradas o sin mercancía, decidió convertirse en la encargada de brindarles ese placer a los niños de su vecindario.
El apoyo de su padre
Tyrone asistió a su pequeña en la tarea de pintar y decorar la camioneta, transformándola en un espacio ideal para que su hija iniciara su primer negocio.
Instaló repisas en el interior para organizar las cajas de dulces y mercancía de manera eficiente, además de implementar medidas de seguridad para proteger tanto a su hija como a los clientes. A pesar de que las actividades comenzaron a reanudarse, las normas de sanidad seguían siendo esenciales.
La dulcería más especial
I’sis es consciente de la situación que atraviesan muchas familias, por ello fijó precios accesibles para sus productos, que oscilan entre un centavo y un dólar, lo cual resulta bastante económico.
Su negocio ha sido un gran éxito, al punto de que su padre realiza tres recorridos semanales al centro de la ciudad para reabastecerse. Además, I’sis ha obsequiado dulces a aquellos niños que sabe que no pueden comprarlos; y como las buenas acciones suelen recibir retorno, las personas que sí pueden pagar le han hecho donaciones para sostener su tienda.
Lecciones de responsabilidad a una temprana edad
Aunque podría pensarse que I’sis es muy pequeña, con solo 10 años, eso no ha impedido que su motivación por llevar su negocio adelante flote. Ella misma ha establecido un horario de atención para la dulcería, que va desde las 11 de la mañana hasta las 9 de la noche, aunque a veces recibe ayuda de su padre o madre, pero en esencia ella es quien gestiona todo.
¡Felicidades, I’sis! Esperamos que tu negocio siga creciendo aún más.