Si has pasado por alguna operación o has tenido que estar internado durante varios días en el hospital, sabes que los enfermeros y enfermeras son auténticos ángeles en la tierra, dedicados a cuidar de ti y a verte mejorar. A pesar de las circunstancias, siempre te regalan una sonrisa que irradia calidez y cariño.
Sin embargo, en las últimas semanas ha sido difícil apreciar los rostros completos de quienes cuidan a los enfermos, ya que se protegen con mascarillas y caretas. Aun así, han compartido palabras de aliento que nos inspiran y motivan. Un ejemplo es Juan Miguel Martínez, quien, aunque se alegró de dejar el hospital, sintió tristeza al despedirse de su enfermero.
La salud es algo tan frágil
María Martínez, hija de Juan Miguel, compartió con el diario La Vanguardia cómo su padre, a pesar de ser un hombre saludable y sin antecedentes médicos, contrajo Covid-19 a sus 53 años, lo que resultó en un diagnóstico de neumonía bilateral a causa del coronavirus.
Fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y, lamentablemente, estuvo intubado durante 55 días. En esos momentos, toda la familia vivía con gran preocupación, sin saber qué podría suceder, pero mantenían la esperanza y la fe en la recuperación de su padre.
Después de ese tiempo, fue trasladado del Hospital Universitario de Bellvitge, en Barcelona, España, al centro sociosanitario Hestia Duran i Reynals, donde permaneció 111 días y se dedicó a realizar rehabilitaciones, ya que había perdido movilidad en algunas partes de su cuerpo.
Un ángel siempre estuvo a su lado
La salud de Juan Miguel seguía siendo una preocupación, pues, a pesar de haber sido dado de alta de la UCI, no se sabía cómo responderían sus sistemas inmunológico y respiratorio. Además, había comenzado a perder movilidad en sus extremidades tras permanecer inconsciente por más de un mes.
En este contexto, Marc, su enfermero, se encargó de brindarle todos los cuidados necesarios para que Miguel comenzara a mejorar y pudiera volver pronto a casa.
No fue sencillo, pero lo logró
El padre de María siguió al pie de la letra las indicaciones de sus médicos, comió lo que le indicaban y, sobre todo, recuperó el ánimo para vivir. Marc tenía confianza en que pronto estaría bien y que podría retomar todas las actividades que solía hacer.
Llegó el momento de despedirse de su amigo
Finalmente, Juan Miguel fue dado de alta del hospital. Al recibir la noticia, Marc se alegró mucho por él, pero también le hizo un llamado a cuidarse y le pidió una última cosa.
Marc le solicitó a Juan que se pusiera de pie para despedirse, y aunque Miguel todavía enfrentaba ciertas dificultades para moverse, logró hacerlo. No solo recibió la mano de su nuevo amigo, sino que lo abrazó y le agradeció por todos los cuidados recibidos, prometiendo que iría a visitarlo y que en su próxima visita ya estaría caminando por sí mismo.
¡Gracias, Marc, y a todos los enfermeros que dedican un pedazo de su corazón a cada paciente!
