Fracasas no es sencillo, especialmente cuando invertimos todo nuestro esfuerzo y nuestras expectativas son tan elevadas que duele caer. Cuando persistes, despiertas esa fuerza interna que alimenta tus emociones y hace que tu determinación crezca, así que ¡fracasa! Eso es una señal de que lo has intentado y simplemente hay que volver a intentarlo.
Sabemos que es complicado mantener la motivación, especialmente cuando la vida nos sorprende con giros inesperados. Sentimos que perdemos el control sobre la realidad e inconscientemente pensamos que no seremos capaces de hacer frente a las dificultades. No existe una fórmula mágica para abordar este tipo de situaciones, y a veces solo necesitamos hacer una pausa y recordar que el éxito no se mide en vencer siempre, sino en no rendirse nunca.
No rendirse revela lo mejor de nosotros
A lo largo de la vida enfrentaremos altos y bajos; reiremos y lloraremos. Recibiremos reconocimiento o nos dirán que no lo hacemos tan bien. Amaremos u odiaremos… Y, sobre todo, cometeremos errores y aprenderemos de ellos. Sacaremos a relucir nuestra fuerza interna y, una vez aprendidas las lecciones, volveremos con mayor experiencia.
Fortalece tu voluntad
No es posible sentirse motivado en todo momento, no vamos a engañarnos. Es fundamental alimentar nuestra motivación cada día. Recuerda siempre por qué comenzaste ese nuevo proyecto o por qué deseas finalizar esa carrera… En ocasiones olvidamos nuestras metas y nos sentimos abrumadas por la dificultad del camino, pero retomar el impulso inicial siempre nos reanima y nos mantiene a flote.
Confía en que puedes lograrlo
Nadie nos enseña a ser fuertes y tenemos que aprenderlo de la manera más dura; hay días en los que solo tú podrás darte ese empujón para levantarte de la cama y secarte las lágrimas, porque nadie más lo hará.
No rendirse mantiene la esperanza viva
Dicen que la peor batalla es la que no se libra, pero qué miedo puede dar ese primer paso, ¿verdad? No intentar lo que nos hace felices nos mantiene atrapados en una tormenta permanente; es mejor encararla, bailar bajo la lluvia y aceptar las consecuencias y las nuevas experiencias. Recuerda que siempre hay un mañana para no rendirnos e intentarlo una y otra vez.