Vicente Fernández fue uno de los cantantes e íconos mexicanos que logró conquistar al mundo entero con su humildad y una increíble voz cada vez que interpretaba sus canciones.
Lamentablemente, el domingo 12 de diciembre falleció a los 81 años tras luchar durante meses en el hospital contra el síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad que afectó su sistema inmunológico y finalmente provocó el colapso de su organismo.
Su despedida no podía pasar desapercibida, por lo que la familia del cantante decidió que La Arena Vicente Fernández Gómez, ubicada en el rancho Los Tres Potrillos, sería el lugar ideal para que todos se reunieran y dieran el último adiós a “Don Vicente”.
La Arena estuvo abierta durante 24 horas, donde comenzó uno de los homenajes a “El Charro de Huentitán”, con mariachi, una imagen de la Virgen de Guadalupe y sus hijos y nietos haciendo guardia junto al féretro.
El mariachi que lo acompañó a lo largo de su carrera fue el encargado de llevar el féretro hasta el escenario mientras entonaban una de sus canciones más recordadas, «El Rey». Pero ese no fue el único éxito que interpretaron; «Acá entre nos», «Hermoso cariño» y «México lindo y querido» fueron algunas de las canciones que el público cantó como despedida.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando Refugio Abarca, esposa de Vicente Fernández, hizo una guardia de honor mientras su hijo, Alejandro Fernández, cantaba a su padre «Amor de los dos».
En la memoria permanecerán por siempre sus conciertos, los largos tragos de tequila, el dolor, la añoranza y el amor que generaba en cada una de sus canciones y, por supuesto, la frase que lo llevó a la cima y que lo mantendrá ahí entre las generaciones futuras: “Pero sigo siendo el rey”. Hasta siempre, Vicente Fernández.
